Hoy me apetecía rememorar uno de mis primeros post que versaba sobre aquellas dos películas que creo que forman parte de mi esencia. Dos películas a las que he cogido especial cariño y que pocas otras podrán reemplazar. Memorias de África y Mary Poppins.
Yo con un gesto de negación de cabeza decía "Mary Poppins"
Y la racha siguió a los tres, a los cuatro y a los cinco años. Hoy sigo sin cansarme de verla. Igual me pasa con Memorias de África, dicho continente siempre me ha llamado la atención. Como sabréis, adoro a los masais. Me siendo identificada con su forma de expresarse, sus saltos, collares y abalorios. Me seducen sus colores, los parajes en donde viven, sus sonrisas y su convicción de vida "hakuna matata" (no hay problemas). Con este libro que muestra niños de todas las culturas del mundo, y que los Reyes Magos me trajeron a los 10 años, los descubrí
Ambas películas son historias de recuerdos, de cuentos y realidades. De comparar la vida de color de rosa con la real, de prejuicios y desataduras que nos deleitan con libertades. De libertades que nos dan miedo y de algunas que no son tan libres como nos cuentan. De "locos" y "cuerdos" oficiales. Y entonces, solo entonces, llegados a este punto, solo algunos se atreverán a mirar por su propio catalejo.
“No, nunca, desde ninguna terraza, desde ningún mirador, ni faro ni azotea, vimos las costas de África. Pero allí, detrás del horizonte, siempre intuimos el fulgor de lo desconocido. El reflejo de la vida que, quién sabe, quizás jugando en otra ruleta, habríamos podido alcanzar.”