Seguimos hablando de zapatos, pero esta vez para ir a la playa. Esta vez hablo de jellies, aquellas sandalias cerradas de plástico que nos poníamos para escalar las rocas de la playa cuando eramos pequeños. Y no digo los crocs, esos ni en pintura, aunque los llevaran todas las cebs de Hollywood el año pasado me siguen pareciendo horribles. Esta vez hablo de las clásicas jellies, aquellas que la única pega es que son de plástico y a veces te acuerdas de lo que es el calor de verdad. Pero aun así soy fiel a ellas.
Aquí las que yo utilizo, son de mi madre pero para ella "ya están muy vistas" pues tienen los mismos años que yo. Pero para mí son lo mejor para ir a la playa, les tengo un especial cariño y por eso a pesar de ser un puro desastre desde hace tres años las cuido como aquella joya que son.
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