1 sept 2013

Las cosas que odiamos


Esta es la Oda a las cosas que odiamos. Las que nos hacen que nos salgan arrugas en la frente y que se nos ponga mala cara. Que se nos revuelva el estómago y nos hierva la sangre. Las que hacen que gritemos de rabia e incluso que a veces lloremos de impotencia.

Esas cosas que odiamos. Que son memeces pero que nos hacen daño.

Vuelve septiembre y parece que nos pagan por quejarnos. O más bien quizás nos quejamos porque una vez no elegimos bien a lo que queríamos dedicar nuestro tiempo de trabajo. Y ahora parece que solo queda resignarnos en lugar de optar por verle el lado bueno y buscar una solución al malo.

Yo ahora me encuentro en uno de esos momentos de la vida en los que toca ver qué opciones tienes, plantearte qué quieres hacer, y crear opciones en el caso de que no existan. (Aunque estos momentos no deberían ser puntuales en la vida de alguien sino continuos. Así sabríamos si estamos haciendo lo correcto en cada momento). Pero esto ya es otra historia.

Como decía, vuelve septiembre, ¡y qué alegría!

Si no volviera mala cosa, se podría haber ido con otra y ya no querer ni saludar cuando nos lo cruzáramos por la calle.

Pero la cosa no va solo de septiembre. Va de las cosas que odiamos y que hacen rechinar nuestros oídos.

Son esas memeces que hasta al más callado hacen gritar. Que al calmado desesperan.

Para mí tienen algo de enigma, porque prefiero la rabia a la tristeza.

Ninguna de las dos es deseada pero la rabia en cierta medida la veo necesaria, la tristeza no. La rabia surge del inconformismo, de la desesperación causada por algo que no nos gusta. Me gusta si ello conlleva a buscar solución, no protestar por protestar.

Si haces una lista de las cosas que “odias”, que te enfadan o hacen desesperar quizás descubras que no son pocas. Y quizás descubras también que algunas son memeces. Cosas sin importancia que te importan demasiado.

Entre la lista de palabras se colarán algunas que no dependen de ti, pero que te dan rabia, mucha rabia.

Mi consejo es que hagas lo que puedas por cambiarlo (AUNQUE SEA EN UNA MÍNIMA PORCIÓN). Y que aprendas a vivir con aquello que no puedes cambiar, pues sino vivirás con ello y con la cara arrugada del descontento.

("Si tienes un problema y lo puedes cambiar ¿por qué te afliges? Y si no lo puedes cambiar ¿por qué te afliges?")

Yo también me tengo que aplicar el cuento. Para empezar porque hice una lista sin acabar el verano pasado y este año me da pereza seguirla de solo pensar cuantas absurdeces hacen que me salgan arrugas en la frente. Por eso la clave es esta frase:

“Yo no odio a nadie/nada; eso sería concederle demasiada importancia.”

Que la rabia sirva para cambiar cosas. Buen comienzo de mes.

Bienvenido a casa, amado septiembre.

No hay comentarios: