12 jun 2012

Fluorescente

Me gusta esa palabra, fluorescente, aunque el abuso de su color me da dolor de cabeza. Como cuando subrayas toda una página de los apuntes. 
Y ahora inunda el ambiente que se respira en todas las tiendas y centros comerciales. Aunque mucho flúor, mucho flúor pero no encuentro por ninguna parte el pantalón que quiero. 

Las claves son:
- Ancho
- De raso o lino
- Color flúor sin estampado ni detalles
- De una largura justo por debajo del tobillo
- Que no sea arreglado, osease para el día a día
- Sin botones pero con bolsillos, aunque simples y sin adornos
- Sencillamente una tela que caiga sin pliegues y en la parte de arriba una goma que te permita llevarlo de talle bajo o alto.


De todas formas esta racha del flúor me gusta pero a ratos, como ya he dicho el abuso de él me da dolor de cabeza. La semana pasada fui de tiendas por primera vez desde hace un poco más de un mes, y tras salir cual polilla en un plató de televisión con focos utrasónicos, solo pensé una cosa: (además de vaya mareo Mari Trini) nos estamos olvidando de algo, lo tenue también es necesario. La calma también es importante. 

Hace unos años recuerdo que iba con mi madre en el coche hablando sobre la importancia de los colores y cómo estos reflejan nuestro estado de ánimo. Ella me contó que había leído que según varias investigaciones en los tiempos de crisis resurgen los colores fuertes. Que es como una especie de grito que expresa eso que llevamos dentro y necesitamos sacar al exterior de alguna forma. Esta anécdota se me quedó grabada así como aquella con la que continuó, que hablaba de lo que una simple barra de labios significó para algunas mujeres en la Segunda Guerra Mundial. Anécdota que el año pasado Toni Segarra (considerado el mejor creativo publicitario español del siglo XX por muchos) también expuso en una conferencia que dio en mi facultad y de la que disfruté mucho. Se trata de un fragmento de uno de los primeros soldados británicos en liberar el campo de exterminio en Bergen, dice así:

“No puedo dar una descripción adecuada del Campo del Horror en el que mis hombres y yo íbamos a pasar el siguiente mes de nuestras vidas. Era sólo una yerma desolación, tan pelada como un gallinero. Los cadáveres estaban por todas partes, algunos en pilas enormes, otros yacían solos o en parejas allí adonde habían caído… Llegó una cantidad enorme de pintalabios. No era en absoluto lo que los hombres queríamos, nosotros clamábamos por miles de otras cosas y no sé quién pidió lápiz de labios. Deseo tanto descubrir quién lo hizo… fue la acción de un genio, pura brillantez inadulterada. Creo que nada hizo más por esos internados que el pintalabios. Las mujeres yacían en la cama sin sábanas ni camisón pero con los labios rojo escarlata, las veías vagar por ahí sin nada más que una manta sobre sus hombros, pero con los labios rojo escarlata. Vi a una mujer en la mesa post mortem y su mano aferrada a un pedazo de pintalabios. Por lo menos alguien había hecho algo para hacerles individuos otra vez, eran alguien, no ya simplemente un número tatuado en el brazo. Finalmente podían interesarse por su aspecto. Ese lápiz de labios comenzó a devolverles su humanidad.”

El aspecto es importante pero mucho más quien haya detrás de todas esas etiquetas que ponemos aun cuando ya han cortado la que indicaba el precio de la prenda. 

El fluorescente y los estampados están bien a ratos, pero lo tenue también es necesario.

Para terminar este post te desvelaré uno de mis inventos que idee el verano pasado, detalle que me gusta mucho y utilizo a menudo con los pantalones anchos de poca largura.

Solo necesitas un lazo de raso, átalo con una lazada al final del pantalón rodeando la pierna. De esta forma das un toque diferente al pantalón de campana que ya deja de serlo. Te enseñaré una foto en próximos post para que veas como es y si a ti también te gusta la idea. 

Hasta la próxima y suerte si estás de exámenes como yo :-)

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