Tras diecisiete días conviviendo con arquitectos y estudiantes de arquitectura noto que he adquirido una sensibilidad de la que antes carecía. El gusto por las líneas rectas y lo geometricamente limpio. Día a día escuchaba atentamente los términos más arquitectónicos nunca escuchados por mi oído. Me sentía como una niña que tenía un gran mundo por descubrir, era como una extraña extraterrestre pues muchas veces desconocía la materia de la que estaban hablando. Intenté ser como una esponja y me fue fácil, pues cuando descubrían que yo era la única que no aspiraba a arquitecta me explicaban con naturalidad, y detalladamente, pero sin aparente esfuerzo, aquello que preguntaba o desconocía. Me sentí completamente con esa ilusión de cuando somos niños, de sentir que acababa de descubrir algo que antes no había existido para mí y estaba rodeada de gente que sabía mucho más que yo al respecto.
No es común encontrarte con gente que tenga depurada la sensibilidad, o por lo menos que lo externalice de manera evidente. Me fascinaba la manera en la que se fijaban en cada detalle. Un día íbamos caminando por una calle en cuesta entre bares de Madrid, y el comentario que surgió no fue otro que: "¿os habéis fijado en las patas de la mesa y las sillas?"
Yo no lo había hecho, pero al reparar en el detalle descubrí lo curioso del asunto. Estaban cortas en diagonal para que no cojearan con la pendiente del suelo.
"Mañana tengo proyectos" era la frase que más se escuchaba los domingos por la tarde.
Si tú también eres estudiante de arquitectura, suerte con proyectos y con el resto de asignaturas. Y mucha más suerte con la vida en general y con los proyectos que quieras llevar acabo en ella.
(Fotos: masquemoda y desastrosilla )
2 comentarios:
Me guuuuusta :):):):)
Cómo va todo??
Me alegro Anaa!!! Pues todo muy bien aunque ya a tope con clases y demás :-)
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