Su obra fueron 11 hombres y mujeres mayores de 60 años que posaron como símbolos de su generación sobre sillas ubicadas a cinco metros de altura. Suspendidos en las fachadas de algunos edificios del centro de Bogotá.
Aquellos que lo presenciaron coinciden en que era un paisaje prolífico en las alturas: un señor leía el periódico y otro hablaba por su teléfono celular, mientras una señora tejía canastas de mimbre, otra se peinaba y maquillaba. Con gestos auténticos, cada cual desempeñó uno de sus roles cotidianos.
La generación de jubilados, que en Colombia suma cerca de 1,2 millones de personas de una población de 43 millones, sufre el rechazo y la mirada esquiva de la sociedad.
Hiesl pretendía demostrar que en este mundo práctico, veloz, y frustado por el paso del tiempo, donde muchos sueñan con ser jóvenes eternos, la vejez debe ser asumida con dignidad y espíritu laborioso.
"Espero que la gente suba la mirada y vea la dignidad de las personas de la tercera edad, que son muy valiosas. La soledad también es algo que se puede ver desde distintas perspectivas" exponía la artista.
Ocuparon sus asientos un jueves y un viernes en las alturas de la Avenida Jiménez, una de las más famosas de Bogotá. Una hora y media, dos veces al día, viendo cómo vive la ciudad y cómo los ciudadanos elevaban su mirada hacia la tercera edad.
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